La Riqueza Profunda de la Celebración de la Navidad.
Aguascalientes, Ags. La Navidad, tal como la vivimos hoy, es fruto de siglos de historia, de la mezcla de tradiciones culturales y de un mensaje espiritual que permanece intacto desde los primeros tiempos del cristianismo. Aunque suele asociarse con símbolos familiares, su trasfondo revela una profundidad que va mucho más allá de lo festivo. Para explorar esta riqueza, conversamos con dos voces del campus Aguascalientes de la Universidad Panamericana: el Dr. Federico Nassim Bravo Jordán, secretario de Investigación del Instituto de Humanidades, y el Pbro. Luis Felipe Quesada Pérez, Capellán mayor del campus. Juntos ofrecen una mirada integral que permite comprender cómo la Navidad une el paso del tiempo con el sentido más hondo de la fe.
Si bien el nacimiento de Jesús está narrado en los Evangelios, el Dr. Nassim aclara que la Navidad no fue desde el inicio una fiesta central. «Para los cristianos primitivos, el día decisivo era el de la Resurrección. El nacimiento de Cristo no era una prioridad en su calendario», explica. Con el paso de los siglos y el crecimiento del cristianismo, la Iglesia fue estructurando su calendario litúrgico e incorporó la celebración de la Natividad.
En este proceso, diversas culturas dejaron huella en la forma de festejarla. Un ejemplo significativo es el árbol de Navidad, cuya raíz está en las tradiciones nórdicas que celebraban el solsticio de invierno. «Los nórdicos cortaban un pino y lo metían a las casas. Porque los pinos nunca pierden sus hojas y simbolizaba que incluso en tiempos de dificultad algo permanecía siempre vivo», detalla el Dr. Nassim. Con los siglos, este símbolo viajó a Inglaterra y, desde ahí, se difundió al resto del mundo, conservando su significado de vida, esperanza y renovación.
Además, el Dr. Nassim subraya que la Navidad contemporánea también ha sido moldeada por procesos culturales más recientes. Explica que en el siglo XIX, especialmente en Estados Unidos, surgió una reinterpretación de la fiesta que buscaba presentarla como un tiempo de unión familiar, solidaridad y celebración comunitaria. «Esta imagen moderna de la Navidad, las luces, los colores, el ambiente festivo, es un producto cultural que se fue construyendo para transmitir un mensaje de calidez y esperanza», señala.
La incorporación de tradiciones culturales no diluyó el sentido cristiano de la Navidad, sino que lo enriqueció, convirtiéndola en un puente entre la historia y la espiritualidad. Y es precisamente en esa espiritualidad donde el padre Felipe centra la atención: «Lo interesante desde el punto de vista religioso es creérselo: ¿de verdad es posible que Dios se haya hecho hombre?», plantea el capellán.
Para él, este acontecimiento transforma la comprensión del ser humano y del mundo. «Desde ese momento no hay nada humano que no tenga algo de divino. La Navidad ha transformado la realidad humana».
Esta transformación no es solo un concepto teológico, sino una invitación concreta a preparar el corazón para acoger a Cristo. Por ello, el Adviento y las posadas, una tradición profundamente mexicana, cobran un significado especial. El P. Felipe explica que los primeros días del Adviento se centran en las profecías mesiánicas, pero a partir del 17 de diciembre, la liturgia cambia de tono. «El Evangelio ya relata los episodios justo antes del nacimiento, la genealogía, su concepción, la visita de la Virgen a Isabel», destacó.
En ese ambiente de expectativa nacen las posadas, cuyo sentido original es acompañar el camino de María y José en busca de un lugar para Jesús.
