Nutrición en la edad dorada, pilar fundamental para el bienestar.
Aguascalientes, Ags. La falta de una adecuada asesoría nutricional y el descuido de la alimentación en la tercera edad pueden tener serias repercusiones. Una mala nutrición puede desencadenar o agravar enfermedades preexistentes. Por ejemplo, el control de la diabetes, la hipertensión o las enfermedades cardíacas se vuelve más complejo sin una dieta adecuada.
A medida que las personas avanzan en su edad, sus necesidades nutricionales experimentan cambios significativos. Contrario a la creencia popular, llevar una dieta adecuada es más crucial en los adultos mayores que en aquellos que atraviesan su etapa más productiva. A partir de los 60 años de edad, una óptima nutrición no sólo contribuye a mantener la vitalidad, sino que también, previene el desarrollo de enfermedades y mejora la calidad de vida en esta etapa.
Estadísticas en México muestran que, en promedio solo 2 o 3 de cada 10 adultos mayores buscan la asesoría de un nutriólogo. Esta cifra es alarmante y destaca la necesidad de concientizar sobre la importancia de la nutrición especializada.
La Dra. Judith Martín del Campo Cervantes, profesora investigadora del Departamento de Nutrición de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, enfatizó que la población adulta mayor enfrenta retos nutricionales específicos. Explicó que, entre los más comunes están la anemia, condición que se caracteriza por la deficiencia de glóbulos rojos y que, generalmente, ocasiona fatiga, debilidad y problemas de concentración. Ésta a menudo se relaciona con una ingesta insuficiente de hierro, folato y vitamina B12.
Asimismo, un adulto mayor con problemas o deficiencias nutricionales puede presentar diarrea frecuentemente, misma que si bien puede deberse a múltiples causas, en los adultos mayores suele ser persistente y puede llevar a la deshidratación y a la pérdida de nutrientes esenciales, algo que podría comprometer gravemente su estado de salud general.
En cuanto a la deficiencia de vitaminas y minerales, la investigadora comentó que la absorción de ciertos nutrientes disminuye con la edad, y a ello se suma una posible ingesta inadecuada. La falta de vitaminas como la D, B12 y calcio es particularmente preocupante, pues hay un impacto en la salud de los huesos, el sistema nervioso y el sistema inmune del adulto mayor.
Es por ello que los docentes buscan incidir en los estudiantes respecto a ciertos mitos y realidades. Existe la percepción errónea de que los adultos mayores no necesitan una dieta específica o que sus hábitos alimentarios no requieren supervisión. “Es muy importante que el adulto mayor acuda a una evaluación periódica con un médico geriatra.
Resulta fundamental comprender que, a partir de los 60 años, el cuerpo experimenta cambios metabólicos y fisiológicos que necesitan un ajuste en la ingesta de alimentos. La variedad de proteínas es esencial para poder mantener una adecuada masa muscular (misma que tiende a disminuir con la edad). De acuerdo a sus posibilidades, el adulto mayor debe seguir ingiriendo proteína animal como la carne magra, el pescado, el huevo y los lácteos; proteínas vegetales como legumbres y frutos secos, los cuales son clave para evitar la sarcopenia, enfermedad que provoca el debilitamiento y la reducción del tamaño de los músculos.
Los efectos colaterales de una mala nutrición en los adultos mayores no solo recaen en el individuo, sino también en sus familias cuidadoras. Un adulto mayor desnutrido o con problemas de salud derivados de una alimentación inadecuada requiere más atención médica, hospitalizaciones frecuentes y, en general, una mayor carga emocional, física y económica para sus cuidadores. Esto puede generar estrés, agotamiento y afectar la dinámica familiar. Brindar una correcta nutrición es una forma de proteger y apoyar a todo el núcleo familiar.
La nutrición en la edad adulta mayor es un pilar irremplazable para la salud, la autonomía y la calidad de vida. Invertir en una alimentación consciente y recibir asesoría profesional no es un lujo, sino una necesidad que beneficia tanto al adulto mayor como a su entorno familiar.